miércoles, 9 de junio de 2010

Viaje en tren y algo más

Era joven y su melena se movía con el traqueteo de las vías. El pelo pajizo con brillo rozando lo deslumbrante caía sobre los hombros suavemente, dibujando las curvas perfectas de una espalda limpia y perfectamente lisa. NI una arruga en su rostro, a pesar de que sonreía con las conversaciones de los viajeros que la acompañaban en su trayecto, como cada día. También los pequeños hoyuelos que junto a la comisura de los labios se le formaban, aderezaban lo risueño de sus labios. Miraba por la ventana. Se hacía de noche pero sus ojos, brillaban por sí solos. De color indescriptible,la ilusión de su mirada resaltaba sobre cualquier detalle. Alguna peca sorteaba un lugar bajo sus ojos. Qué bien le sentaba la camiseta de rayas blancas y negras con el lazito rojo que discretamente se posaba sobre el lado derecho de su pecho. No me dio tiempo a ver vás.

Despertó. Era su parada. Sus 68 años pesaban en cada movimiento. Y entonces, se bajó del tren.

1 comentario:

  1. Que maravilla de descripción y que ganas de subir a un vagon y viajar en tren.
    Salud!

    ResponderEliminar